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domingo, 25 de julio de 2010

SACRIFICIO DE CABRAS, INCIENSO Y ARDOR EN LA GARGANTA

La primera impresion al llegar a Hyderabad no resulta atractiva del todo. Las grandes ciudades de la India son un cumulo de contaminacion, desorden y desencanto en todos los sentidos. Como ciudad de paso, solo contamos con unas horas antes de coger el tren hacia Aurangabad.

Despedimos a Samuel entre cascadas de monzon en Hampi. Hoy el sol reluce. Con esfuerzo y empeno conseguimos subirnos al autobus correcto para llegar al Fuerte de Golconda, uno de los unicos encantos de esta estresante ciudad, potencia industrial india del software.

Un enorme porton nos adentra en la fortaleza que siglos atras fue habitada por sultanes, mongoles, reyes y emperadores. Pero no solo nos esperan las ruinas escalofriantes del enorme fuerte, sino un autentico festin que celebran cientos de hindues tan solo cinco domingos al año. Que regalo haber podido presenciar uno de ellos!

Cobijados bajo las distintas cupulas y envueltos en una humareda festiva, las familias, vestidas en sus mejores trapos, dibujan vasijas con polvos coloreados, rien, cantan, tocan instrumentos y degustan la carne de las cabras recien sacrificadas con un corte en seco de cabeza, despues de ser despellejadas y cocinadas a fuego lento. En lo alto del fuerte se aglomeran los mas devotos que, a empujones, tratan de rozar los pies de las estatuas de sus dioses expuestos en pequeños templetes excedidamente adornados.

David advierte la hora. Salimos pitando hacia la estacion de tren donde nos espera una nueva experiencia humana. Esta vez compartimos asientos con una numerosa familia de hindues que vienen con el taper preparado. Parecen no entender el concepto de que haya alguien a su alrededor que no comparta el almuerzo con ellos.

Tras un intercambio de sonrisas, en seguida, la abuela de la familia pone sobre mis rodillas papel de periodico y acerca a mis manos un trozo de carton con dos grandes tortas de pan y un buen cazo de arroz con cacahuetes empapado en una queridisima salsa que resulta rabiosamente picante. Aunque pachuchillo del estomago, problema habitual entre los turistas (aunque he de reconocer que el mio parece tener unas defensas maravillosas :-) ), David tampoco duda en aceptar este explosivo plato de comida. Las consecuencias en estos momentos de absoluta conexion humana parecen irrelevantes...

1 comentario:

  1. Es una experiencia increíble! =) seguiré atenta a nuevas noticias! =) cuidate mucho!

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